Muchas personas pueden considerar que realizar fotografías es algo tan simple como apuntar aquello que deseas inmortalizar, efectuar algunos ajustes, y disparar. Así, la fotografía puede ser considerada el fiel reflejo de la realidad, sin embargo, aunque este puede ser cierto, no lo es en términos absolutos.
A más de uno, ya sea fotógrafo aficionado o fotógrafo profesional, le habrá sucedido que, observando una impresionante escena, por ejemplo, un bello amanecer a orillas del mar, lo ha querido captar con su cámara, pero más tarde, cuando ha visualizado el resultado, se ha dado cuenta de que poco tiene que ver con la realidad. La razón en muy sencilla: lo que ves no es lo que fotografías.
Volviendo al ejemplo anterior, la fotografía que habías tomado tan sólo refleja una parte de la escena que estabas presenciando, y esto nada tiene que ver con el nivel de conocimientos y experiencia del fotógrafo, si no que se debe a razones biológicas: nuestros ojos no funcionan de la misma manera que una cámara de fotos y por lo tanto, la fotografía no es el fiel reflejo de la realidad, sino más bien el fiel reflejo de una parte de la realidad.
Es cierto que el ojo de los seres humanos funciona de una forma muy parecida a cómo lo hace el objetivo de la cámara, pero esto sólo es así en cuanto a la manera de captar la luz.
Como vemos en los cursos de introducción a la fotografía, cuando presenciamos escenas con un alto contraste, nuestros ojos son capaces de adaptarse a esa situación y mostrarnos las zonas más oscuras con una nitidez similar a las zonas más iluminadas, sin embargo, cuando miramos a través del objetivo, la cámara no es capaz de hacer esto, así que nos toca escoger la zona que deseamos que aparezca iluminada en la fotografía.
Existen más diferencias entre el ojo y el objetivo, por ejemplo, nuestra visión es selectiva y centra la atención en lo que más le interesa; la cámara, por el contrario, no discrimina. Por ello, y por otras razones más, siempre existe una diferencia entre lo que ves y lo que fotografías.