Con la era de la fotografía digital, son muchos los nuevos conceptos que no encontrábamos en las cámaras analógicas. Y uno de ellos que ahora podría ser inimaginable no contar con él es el ISO. ¿Y qué es el ISO?
Todos se centra en torno a la luz que existe alrededor del ambiente que vamos a fotografiar. La sensibilidad ISO del sensor mide la reacción de éste frente a un determinado nivel de luz en la escena. Dicha sensibilidad es inversamente proporcional a la cantidad de luz presente: cuanta “más luz” haya en el ambiente o escena, menor sensibilidad ISO que podrás utilizar y viceversa.
El término ISO proviene de «International Organization for Standardization” u organización internacional para la estandarización, es decir, es un estándar adoptado mundialmente. Y esta función depende del sensor de nuestra cámara digital. Cuando hacemos una fotografía, las miles de celdas que forman el sensor procesan la luz y las convierte en una foto que se almacena en su microprocesador. La sensibilidad de cada una de estas celdas es fija y se corresponde con el valor ISO más bajo que tu cámara (sensor y procesador) sean capaces de procesar. Pero aun siendo la sensibilidad ISO fija podemos aumentarla amplificando la corriente eléctrica o “señal” que las celdas emiten.
Como vemos en el curso básico de foto, si realizas una foto con escasa luz y amplificas la sensibilidad ISO para alargar la señal eléctrica de la celda, obtendrás una imagen más clara pero se generará más ruido.
La forma en que el ruido se hace presente en tus fotografías varia de forma, tamaño y en cantidad dependiendo de cuales sean las causas que lo originen, el modelo de tu cámara, el tamaño del sensor, etc. Puede resultar imperceptible o bien tan evidente que termine por arruinar la calidad de tus fotografías. De todas formas, no siempre el ruido es molesto, si aprendes a convivir con él, podrás utilizarlo y sacar provecho de este.