A la hora de realizar un curso de fotografía suele ser habitual que surja una gran duda: ¿acudir a una academia o centro de formación junto con otros alumnos a recibir clases, u optar por un curso particular de fotografía?
La mejor opción siempre resultará ser la segunda, elegir un curso particular de fotografía. La razón resulta tan simple como lógica: la atención personalizada.
A diferencia de las clases regulares de fotografía en un centro de formación al que se acude en compañía de otros alumnos y alumnas, si optas por un curso particular de fotografía tú tendrás toda la atención de tu profesor o profesora porque cualquier duda que te pueda surgir será resuelta al instante. Esto a su vez te permitirá avanzar en el proceso de aprendizaje a tu propio ritmo, nunca irás adelantado a tus compañeros ni tendrás que esperarles, con la subsiguiente pérdida de tiempo y desmotivación que ello conlleva, como tampoco nadie se verá en la obligación de esperarte a ti, lo cual también podría hacerte caer en la frustración.
Además, el hecho ser tú el único alumno, la situación de sentirse más controlado, lejos de ser un aspecto negativo, tendrá fructíferos resultados en tu aprendizaje ya que “te obliga” y por tanto, se presta aún mayor interés. Y por si fuese poco, un curso particular de fotografía podrá adaptarse a tu propia disponibilidad en función del resto de tus ocupaciones es decir, podrás tomar una, dos, tres clases por semana, o concentrarlas en un único día en horario de mañana o tarde.
Flexibilidad y atención personalizada son por tanto las dos grandes ventajas que conlleva un curso particular de fotografía frente a los cursos tradicionales de grupos de alumnos distribuidos en aulas y que a su vez derivan en una mayor rapidez en la adquisición y consolidación de los conocimientos y por lo tanto, en que la decisión de tomar clases de fotografía acabe resultando todo un éxito.